En la consulta veo a muchos niños que consultan porque sufren bullying por algún aspecto de su apariencia. Y también a papás que quieren operar a sus hijos “para que en el futuro no sufran bullying”.
Más allá de que podemos resolver ciertos casos mediante cirugía, vale la reflexión sobre el bullying, la aceptación de las diferencias. Y sobre cómo cuidamos y formamos a nuestros niños.
El bullying por las diferencias físicas
Los niños sufren de bullying en el colegio, y fuera de él. La gente suele decir que “los niños son tan crueles”, pero no son sólo los niños. También los adultos pueden ser crueles y desubicados. Algunos niños perciben claramente que son señalados, incluso en la calle, por gente adulta, extraña, que se siente con el derecho de opinar o de señalar alguna característica diferente en el cuerpo de otra persona.
También veo casos en que los niños sufren bullying dentro de su familia, por sus orejas aladas, por ejemplo. Recuerdo el caso de un niño que se sentía mortificado por que un tío se burlaba de sus orejas constantemente. Este niño se operó, pero fue necesario enfrentar a este familiar para terminar con el bullying.
No todos tenemos la misma tolerancia ni resiliencia
Hay mucha gente que tiene condiciones distintas y lo puede llevar bien durante su vida. No necesitan operarse ni eliminar o atenuar su diferencia. Quizás si tuviéramos una sociedad más amable la gente lo podría llevar mejor, especialmente los niños.
Pero no todos somos iguales. Hoy vemos situaciones en las que los niños realmente lo están pasando mal y los papás buscan cómo solucionarlo. La cirugía reconstructiva permite buscar la armonía y dar una apariencia algo más parecido a lo habitual. Y uso la palabra habitual porque no quiero hablar de normal ni anormal, pero no es de la cirugía de lo que quiero hablar en este artículo.
El bullying no es un fenómeno nuevo
En generaciones pasadas vivíamos y crecimos en medio del bullying. Era normal hace no tantos años, que casi todos los apodos señalaran características físicas. Pero no se había tomado conciencia, cada uno aprendía a “valérselas por sí mismo” y “hacerse el/la fuerte”. Aún hoy, cuando tenemos reuniones con compañeros de colegio todavía somos “la chica”, “el guatón”, “el pelado”, etc.
Pero sabemos que el bullying tiene consecuencias: puede afectar gravemente la autoestima de los niños, su desarrollo sicosocial, renunciar a algunas actividades deportivas por temor a ser blanco de burlas, etc. Incluso existen personas que, producto del bullying, se vuelven abusadores, por ejemplo. Lo que ha cambiado es que ahora se agregan otros medios para hacer bullying. Por ejemplo las redes sociales, el envío de fotos por chats, etc.
Qué vemos en la consulta
En la consulta vemos papás y generalmente niños con la decisión ya tomada, acerca de la operación qué esperan. A veces son los papás, quienes se quieren anticipar al bullying.
Hay dos situaciones que quiero mencionar:
Papás que quieren anticiparse al bullying
A veces los papás quieren anticiparse al bullying. Desde que el niño nace y presenta alguna condición física muy distinta, saben que en algún momento habrá una cirugía. Luego, rodean al niño de amor y lo hacen sentir bien, especiales por su diferencia y amados. Esto es por supuesto muy bueno, y una consecuencia es que los niños muchas veces no saben que tienen algo que puede llamar la atención, o que puede ser considerado una diferencia.
Por ejemplo, no se dan cuenta de que tienen un lunar de gran tamaño, o no le molestan sus orejas aladas, que lamentablemente, pueden ser motivo de bullying en algún momento.
Incluso he visto niños que “aman” sus lunares, porque los encuentran especiales y parte de su identidad. Por lo tanto, no se lo quieren sacar. Y en estos casos vemos la necesidad de extirparlos por un tema de salud, lo que explicamos a los niños.
Niños que aman sus diferencias
Hay otro grupo de papás que llevan a sus niños antes de tiempo consultando en forma previa. Básicamente quieren que uno, como cirujana, los opere. Y ocurre que el niño, con cinco o seis años, no siente que sus orejas sean un problema. Entonces, hay situaciones en las que propongo conversar si la cirugía es buena idea, o si conviene esperar. Es conveniente que el niño tenga algún grado de convencimiento de que la cirugía le va a servir o le va aportar.
Recuerdo el caso de una niña con orejitas aladas que llegó a la consulta traída por su mamá. Ella estaba feliz con su apariencia, no tenía ningún complejo, no había sufrido de bullying y finalmente acordamos con esta mamá esperar los tiempos de la niña. Si en el tiempo surge la necesidad, podemos operarla en el futuro. Es complicado decirle a un niño que se siente muy bien con su apariencia, que tiene un problema que él no siente. Decirle a un niño que se siente bien con su apariencia, que tiene un problema y que no se ve bien, puede ser devastador. La mejor herramienta es hacerlos sentirse muy queridos y amados en la casa.
Instintivamente buscamos la armonía
Estamos programados instintiva y culturalmente para buscar la armonía, lo que sea que signifique armonía en nuestra cultura. Hay otras visiones en otras culturas sobre lo bello y lo armónico. Todo lo que escapa a estos patrones nos llama la atención positiva o negativamente. Creo que hay algo en la educación temprana de las personas que tienden a aceptar más o menos esas diferencias.
En resumen
Todos los padres quieren cuidar a sus hijos y evitarles cualquier sufrimiento. Algunas situaciones pueden resolverse con cirugía, pero lo más importante, y la reflexión que quiero proponer con este artículo es: ¿Estamos formando a los niños en la aceptación de la diferencia, propia y ajena? Corrijamos lo que se deba corregir con una cirugía, pero en el proceso, cuidemos a nuestros niños, no dejemos que se sientan menos hermosos o especiales. Y eduquemos en la casa a nuestros hijos para que sean empáticos y respetuosos en nuestras diferencias.